De cómo se explora un árbol




La hiperactividad cinéfila reflejada en El Rincón Insolente estos últimos días se debe fundamentalmente a una propuesta comercial inteligente y, por lo visto, exitosa. La Fiesta del Cine te permitía, con una acreditación bastante poco exigente, ver cualquier película que quisieras, a la hora que quisieras, por sólo 2 euros. Aproveché, como se suele decir.

El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011)

            Hay películas (como frases, libros o canciones) que te agarran de las solapas del inexistente traje y te dejan temblando, llorando, riendo o cualquiera de esas cosas que hacemos los sensibles. Hay otras (también frases, libros, canciones) que te esbaratan (como diría Morante) con sólo mirarte. Con sólo dejarse mirar. El árbol de la vida campea en esta categoría segunda. A Malick no le hace falta más que un manojo de escenas para iluminarte el tuétano. Ni un tirón, ni un mal gesto, ni una (de momento) mala voz. Sólo cine, pulcro y precioso. ¿Qué pasa cuando ésto pasa? Pasa que, frenéticos y ojipláticos, nos ponemos a buscar metáforas. ‘Poesía’ y ‘sinfonía’ son las dos que predominan entre los papeles tributados a El árbol…. No problemo. Yo soy, lo saben quienes me conocen, un partidario hasta feroz de las metáforas. Pero no en esta ocasión.
            ¿Por qué? Porque la película de Malick es ya una metáfora. Con la potencia suficiente como para merecerse el respeto del lenguaje desadornado. Acierta Vicrobach en su Sueños. Ext. Día (donde se puede leer de cine más y mejor que aquí) al decir que el tejano pretende contarnos, nada más, la mayor historia que puede ser contada. La vida. El acierto esencial de la película, con todo, no está en ese objetivo, sino en el ímpetu con que se afronta su consecución. En la sutilísima profundidad que se precisa para convertir a una familia en compendio de lo humano. (La mandíbula cuadrada de un maduro Pitt y la algarabía petirroja de Jessica Chastain, pienso, son la concreción sólida y ágil de dos universales: civilización y naturaleza, orden y libertad, compostura y sentimiento). En la valentía preciosista que requiere toda meta elevada: penetrar lo trascendente (algunos dicen religión; no diría yo tan poco) a través de lo más netamente cotidiano. En la esperanzadora lucidez de un cineasta que testimonia con su trabajo último la pervivencia de esa ambición que termina por ensanchar los límites del cine.
            El árbol de la vida exige un sitio destacado en la historia del cine y lo hace con merecimiento; con ella, se desbroza en parte esa senda últimamente infrecuentada que conduce a la neta reflexión valiosa. Su trasfondo filosófico, pues, la define como punto de inflexión, pero le adornan más medallas. Por ejemplo, la tensa sutileza de una historia que sería grande aún sin poso metafísico: recuerdo y remordimiento. O la perfección inmaculada con la que está retratada la camaradería adusta que enlaza a los niños de por vida. O la limpieza con la que cada mirada y cada frase tiene exactamente el peso y la largura que ha de tener para significar exactamente lo que tiene que significar. El aquilatamiento de su simbolismo. Leí que Penn, al ver el montaje, se rasgó las vestiduras. “Me ha cortado. No la entiendo”. ¿Hay que entenderla? Tanto como entendamos la vida.


6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. He dicho.

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  2. Me alegro mucho, Miriam. Es un honor, teniendo en cuenta que tú también escribiste sobre ella.

    He de reconocer que me costó formarme una impresión definitiva de la película. De hecho, ésta, como me pasa muchas veces con otros muchos temas, sólo surgió cuando me puse a escribir sobre ella.

    Es otro de los méritos, yo creo: te crece en el corazón y en la mente. Estoy dispuesto a asegurar que incluso aquellos a quienes no ha gustado, seguirán recordando algún fragmento.

    Gracias por serle leal a este Rincón.

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  3. Muy bonita crítica y muy cierta. En mi opinión, tiene todos los elementos que tú mencionas para ser una magnífica película pero, a diferencia de la materia prima, un mejor acabado habría sido todo un éxito. Eso sí, de haber generado menos polémica, quizá no nos estaríamos cuestionando tantas cosas, que siempre es bueno.

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  4. Gracias, Parmis.

    Creo que estamos de acuerdo. Como digo en la entrada, 'la materia prima' de la película es sencillamente maravillosa y también es maravilloso el 95% de lo que hace con ella. Si ese 5% restante hubiese estado en el tono del resto, la película sería más rotunda. Pero, aún así, a mí me parece una película grande, especial y memorable. Generar debate es otro de sus valores.

    ¡Muchas gracias por leer y comentar!

    P.S. Me ha dicho un pajarito que sabe mucho de estas cosas que 'Parmis' es el nombre de una princesa de la Antigüedad más antigua. Es muy bonito. Como tu blog.

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  5. Tuétano, esa es la palabra. Una película inolvidable, trascendente y esencial. Un saludo!

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  6. ¡Totalmente de acuerdo!

    Gracias por leer y comentar.

    Me alegra ver que las entradas antiguas no desaparecen y que hay algunos que todavía las frecuentan. Ojalá se atreviesen todos a comentar como tú.

    Un abrazo.

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